13 enero 2011

De madres y padres.

Me pasé la vida quejándome de las cagadas de mis viejos. De las que se mandan como padres. Llegué a decirle a mi mamá (cuando era más chica y más bocona todavía) que si no sabía ser madre se comprar un manual. Hoy por hoy existen libros y revistas que explican cómo ser padres pero para funcionar necesitarían ser personalizados, y entregarse uno por hijo en cada parto... de otro modo, no son más que guías que no sirven para nada concreto. No creo que haya dos hijos iguales... mi hermana y yo no podríamos ser más distintas, y no conozco hermanos que sean iguales, ni aún siendo gemelos.
Me pasé la vida deseando padres diferentes, más estables, más parecidos entre sí, más compatibles, con mayor poder adquisitivo, más altos, con mejores genes, con mejor familia, con casa más grande, con mejor auto, con título universitario... hasta con pies más lindos!
Quería otros padres... los de otro u otra. Unos que hicieran las cosas bien. Hasta que empecé a ver las cosas un poco mejor, a analizarlas un poco más, y noté que mis viejos estaban haciendo lo que podían con las herramientas que tenían y con el ejemplo que traían  de sus respectivos padres. Mi mamá es una nena de mamá con la vida controlada y organizada por su madre, quien no tenía otros hijos en los que poner atención; y mi papá se crió prácticamente sólo, laburando desde los 7 años y con seis hermanos más. A ninguno de los dos les sirvió lo que habían vivido antes, en su nueva realidad: tuvieron dos hijas, los dos trabajaban, mi viejo viajaba mucho pero tampoco era un padre ausente, mi vieja quería controlar pero éramos dos contra una, así que... imposible.
Entonces me puse a pensar cómo sería yo como madre... y me agarró un cagazo! Me puse en el lugar de mi vieja. Con su experiencia como hija. O sea no con mi manera de pensar sino con la de ella. Y me situé en momentos clave donde debió tomar decisiones que tenían que ver conmigo. Y la verdad es que yo en el lugar de ella, exactamente en el lugar de ella, hubiese hecho cagadas realmente irremontables. Me puse en el lugar de mi viejo. En su mente, en su entorno, me imaginé criada como se crió él, con su idiosincrasia, su propio telón de fondo... y vaya cagadas que me hubiera mandado...
La verdad es que después de mucho masticarlo, pienso que mis viejos no podrían haber hecho mejor las cosas. Se merecen un premio al esfuerzo y a la toma de decisiones. Otro a los huevos. Porque yo no me animaría a tener hijos por ahora. Tengo todavía millones de cosas que reclamarles... millones de cosas que retrucar y millones de cosas que corregirles desde mi soberbia y relajada realidad de hija. Pero tengo el triple de razones para agradecerles que cuando los necesité, como pudieron, o como les salió, estuvieron. Y casi 31 años después (parecen muchos pero no me alcanzaron para crecer, menos aún cuando pienso que a mi edad mis viejos tenían dos hijas en primaria y yo a penas controlo mi propia vida) me pongo a pensar... qué loco ser padre. Qué lleva a la gente a reproducirse y quedar desde ese momento, enlazado de por vida a una cosita que no hace más cagarse encima y demandar. Demandar atención, cuidados, cariño, ropa, juguetes, libros, guardapolvos, más ropa, zapatillas, medicamentos, tiempo, más atención, más y más a madida que más crecen. Y encima, aquel que se atrevió a ser padre, tiene que tener en cuenta que cada decisión que toma va a influír, directamente o indirectamente, pero va a influír, en la vida del paquetito que trajo al mundo.
Todavía no puedo entender a los padres. Qué los lleva a meterse en tanto quilombo para que uno, como hijo, se pase la vida reclamando, reprochando, demandando, ordenando, corrigiendo y hasta aconsejando? Qué lleva a un hombre a ser padre? A una mujer a ser madre?
Para ser padre hay que ser o muy valiente, o muy boludo. Los míos fueron valientes y boludos. Se mandaron y se siguen mandando cagadas incomprensibles. Pero lo más incomprensible es que me sigan queriendo después de las cosas que he llegado a decirles, de las situaciones que he hecho pasarles... Y no puedo más que seguirlos queriendo...  reclamando, demandando, reprochando, ordenando, corrigiendo... pero orgullosa de que los errores que cometieron no fueron las peores que podrían haber cometido, y por otro lado, muerta de miedo, porque si un día me tocara... qué cagadas he de mandarme y que reproches he de escuchar?



3 comentarios:

Anónimo dijo...

me gustó...pero lamento decirte que los padres no existen... en realidad son los reyes...

Anónimo dijo...

Mira ninguno tiene los padres que quiere, pero realmente no existe manual que te enseñe a ser padre, por suerte tuve dos viejos que a pesar de los mil errores que cometieron, hoy y a pesar de todo me siguen apoyando, mas de mil veces, defendieron lo indefendible con tal de defenderme y lo hicieron. A pesar de que hay fayutos de que con tal de no trabajar venden un hijo, hay tipos como mis viejos que cuando vieron que me caia, siempre fueron mi baston, no estoy hablando de tipos modelo claro que no mis viejos cometieron errores y muchos,pero en las duras es cuando ves quien esta, y quien no.
Miedo a ser padre? SI claro, yo se que el dia de mañana lo que yo les recriminaba probablemente vuelva. Pero en algun momento llega y hay que ponerle el pecho a las balas y darle para adelante.

Mariano Carriere dijo...

Señor anónimo 2, eso fue un resumen de la nota? o tenía ganas de declarar lo obvio?