06 septiembre 2011

20 años.

Esta mañana me quedé dormida y tomé un taxi para ir al trabajo. Durante todo el camino, el taxista escuchó música y yo miraba por la ventanilla con el deseo incontrolable de pedirle que diera la vuelta y me llevara a mi casa a seguir durmiendo. No me habló más para que para pedirme un par de indicaciones y cuando llegamos le estiré un billete de cien.
-Recién salgo nena, no tengo cambio.
No es la primera vez que me quedo dormida, y sé cuánto vale el viaje. El taxímetro marcaba $55.
-Don, no tiene $30? Ese reloj está mal. El viaje hasta acá me sale $70.
El tipo puso la misma cara que puse yo cuando Papá Noel me trajo los patines.  Sacó 30 pesos de la billetera y me dió las gracias más largas que me dieron en mi vida.
- Usted hubiera hecho lo mismo, no es para tanto.
-No nena, yo no hubiera hecho lo mismo. Gente honesta queda poca.
"El último se murió en el ´91." Le largué, ya con otra cara. Me bajé y recién cuando prendí la computadora, me dí cuenta de la fecha que era, y que hoy exactamente hace 20 años, se murió el hombre que me enseñó que no hay que hacer lo que no te gusta que te hagan. El que a fuerza de ejemplo me dejó grabado a fuego que a la gente no se la caga. El que me metió éstas ideas que tantas amarguras me traen. Del que, 20 años después, nadie tuvo nunca nada malo que decirme. El que salvó a una mujer de que la destrozaran los perros, el que nos dió lo que no tenía para que estuviésemos mejor. El que me metió en la cabeza que no hay mayor honor que trabajar y que si no es trabajando no se llega a nada. El que me apoyó en las locuras más locas y el que me defendió aunque todas las pruebas estuvieran en mi contra, porque sabía que yo no había sido. El que me siguió hasta la escuela en un diluvio, porque yo quería usar paraguas, y me rescató de la calle inundada en la que me hubiera quedado hasta la hora de la leche... Me enseñó que las cagadas que uno se manda, tienen consecuencias y hay que bancárselas. Y antes de irse, nos enseñó que nadie sabe más que uno mismo, las ganas de vivir que tiene.
Si el tachero hubiese tenido un Aurelio cerca cuando era chico, hubiese hecho lo mismo que yo. Ojalá todos tengan un Aurelio cerca, y ojalá mi Aurelio no se hubiera muerto tan perfecto.



Hoy me dieron una buena noticia, y se la dedico.