28 noviembre 2010

Sala de espera.

La acción transcurre en la sala de espera de una obstetra, que atiende en la ciudad pero es oriunda de un pueblo. Las pacientes -MUY pacientes- esperan a sabiendas de que por cada una que entra, deberán esperar una hora. A la obstetra le encanta contar su vida, la de su papá en el pueblo, la anécdota de cuando ella estaba embarazada, y contar boberías con esa vocecita de pelotuda naif que sólo las obstetras y las conductoras de Utilísma tienen. Cada paciente que sale, mira a las demás con cara de "La doctora es mi amiga, porque me contó cosas personales". Ignorando que la doctora repite la historia con cada señora Panza que atiende.
La mayoría de las señoras Panza en la sala no son primerizas. Y los hijos de éstas, hostigan a las primerizas haciéndolas pensar que ellas sí van a poner límites a sus retoños. Piensan tan fuerte que se puede escuchar -"Si este mocoso fuera mi hijo lo hago sentarse y quedarse quieto y no joder a todas las que estamos acá sentadas!!!" O -"Por qué no lo dejó con la abuela? Este pibe se porta como la mierda!" Y la que simplemente mira al nene con cara de bruja y lo hace esconderse de miedo.
También está el otro extremo. Todo tiene dos extremos. Y un niño no respira para que la madre no lo vuelva a retar. No puede sentarse, o mamá se enoja. Mejor aún si no piensa; así mamita no pierde los estribos. Y las mamás siguen tratando de pasar el tiempo.
Una de ellas agarra una revista que reposaba en una mesita. Otra la mira enojada:  justo la iba a agarrar. En la tapa aparecen el Cholo y la Chola Simeone cuando aún no se habían separado... y una noticia de esas nunca pasa de moda. Hay catorce revistas más en la mesita. Pero hasta no tener ESA revista, no va a dejar de mirar a quien la tiene.
Una fue con el papá del nene. Que como se aburre, no para de hacer estupideces y juega con el celular a jueguitos que no jugaba ni de chiquito. No le saca el sonido y se inunda la sala con la musiquita del Pac Man... el tan relajante "wawawawawawawawawawawa"
De repente entra una con dos días de embarazo y una plantita en la mano. Saluda efusivamente a la secretaria y le deja la plantita de regalo. Hablan un rato sobre sus familias. Parece que se conocen. Todas las demás fusilan a la secretaria con una mirada que dice -"Si la dejás entrar antes que a mi, no contás el cuento".
Una señora que parece a punto de parir, se levanta para ir al baño. Todas la miran como vigilando que el bebé no se caiga en el camino. La embarazada reciente le ocupa el asiento antes de que termine de cerrar la puerta del baño. Después de todo, las dos están igual de embarazadas... si la de dos días podía quedarse parada, también puede la de ocho meses y medio.
Entra una a la sala al mismo tiempo que otra sale del consultorio. La que sigue en turno se pone de pie con la misma cara que si se hubiera ganado un premio, y la que acaba de llegar le dice -"Disculpame, yo nada más le tengo que hacer una preguntita a la doctora.Gracias!" Y se mete al consultorio. La puerta se cierra en la cara de la embarazada, que sabe que tiene que esperar otra hora para entrar... y la revista del Cholo y la Chola sigue ocupada.

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